
¿EN EL SIGLO XXI
PARA QUÉ LA EDUCACIÓN?
No con poca frecuencia me cuestiono esta pregunta. Sobre todo al entrar en la universidad, al salir a la calle o al tratar con mis estudiantes en los vaivenes de mi vida. ¿Es necesario la educación en pleno siglo XXI?, donde los aparatos tecnológicos en primer lugar la televisión, que en un niño promedio de entre 5 y 10 años representa el 25% del tiempo invertido durante el día, es decir, un total de 6 horas diarias, 42 semanales, 1260 mensuales, y 459.900 horas anuales. Así que en el transcurso de entre 5 a 10 años, (aunque ya los niños empiezan antes a ver televisión) este infante promedio habrá empleado 839.317.500 horas de su vida en educarse o deseducarse ante el aparato televisivo indispensable hasta en las barriadas más pobres del país. Un aparato que transmite el 40% de los programas no apto para menores de edad (yo diría no apto para nadie), me refiero a las propagas que en nada aprovecha para el aprendizaje del niño, llenos además de contenidos pornográficos, a esto se le puede añadir los videos musicales llenos también de un alto contenido de depravación sexual, las novelas ya muy violentas en su mayoría y finalmente las comiquitas animadas que ni siquiera encapan de este volumen tan deseducativo.
Luego encontramos el internet, un mundo totalmente globalizado donde según la revista The New York Times en el 2008 el 70% de las páginas en internet son de contenido pornográfico, sólo un 15% son de páginas educativas, el 7% de información de noticias, 5% de juegos de toda clase, y un 3% paginas privadas (bancos, empresas, independientes). ¿Qué se puede esperar que el niño encuentre y aprenda cuando se sumerge sin compañía apropiada, en esta enorme web de múltiples funciones con la distribución que acabamos de ver? Pero, por si eso fuera poco, a esto se le tiene que añadir, la radio y más que la radio, la música que de todo tipo ahora, se descarga y escucha. Música sin música, destructora de los valores auténticos de las melodías, sólo pendiente de ensalzar la violencia, la sexualidad desenfrenada y la mísera felicidad de dos amores, que en definitiva no es más que pasión egoísta. Y encontramos también los celulares que de todas las formas, precios, colores y funciones ahora aparecen, y no en mostradores o propagandas, sino en las simples manos de cualquier niño de 6, 8, 10, o 15 años. Estamos, entonces, ante los medios que realmente educan a la gran mayoría de la juventud en la sociedad. Así es como, a través de estos medios los niños aprenden a conocer infinidad de cosas, que la gran mayoría de las veces están sólo bajo su supervisión. También encontramos los centros comerciales, la gran maquinaria comercial y de “pasa tiempo” de muchas personas, en su mayoría adolescentes. ¿En qué tiempo, entonces, se comparte con la familia, en que tiempo entonces, educa la familia? -Perdón- es que no hay, de la gran mayoría de los que se encuentran en estas estadísticas, o han perdido la presencia del padre o la están perdiendo. Su madre está, no menos de 8 horas en la calle ganando el sustento para los hijos, cuando no también para ella misma.
Por esto me pregunto, ¿para qué la educación en el siglo XXI?, es decir, si la educación está ahora al parecer, a cargo de los “grandes avances de la sociedad” para qué preocuparse por educar. Y la respuesta que sin duda, para mí, es la más acertada, expresa que es INDISPENSABLE la educación hoy en el siglo XXI, totalmente indispensable, porque cada vez es más notable que esta forma de educar, la que aplica la nueva sociedad “postmoderna”, no responde, ni responderá a los auténticos valores y virtudes necesarios para que una persona, luego una sociedad, marche adecuadamente. Me refiero a que la educación debe formar primero, un autentico sentido de la vida, un ideal verdadero capaz de llenar los sueños y las razones de vivir y trabajar a pesar de las dificultades más exigentes de la vida. La educación debe ser luz en las tinieblas de la ignorancia; ignorancia como el aborto, la eutanasia, las uniones homosexuales, la droga y por su puesto el analfabetismo. Debe ser formadora de auténticos valores morales y éticos que enseñen ante todo a respetar la vida, no a destruirla ya desde su concepción. Me refiero a que la educación debe formar ciudadanos llenos de amor, libertad, verdad y justicia, frutos ineludibles de la paz en todos los campos; interior y colectivo. La educación no puede desarrollar individuos esclavos de la sexualidad, del conformismo, de la apatía o el desinterés de los hermanos que sufren en nuestro radio de acción y en el mundo. No puede ser una educación que propicie la violencia, la ansiedad por ideales efímeros o el desencanto por todo lo que suene a historia, cultura o legado de nuestras generaciones pasadas. Hay que rescatar lo más pronto posible la educación de calidad, la educación verdadera que se necesita para el provecho de la humanidad. Pero hay que comenzar primero, sin duda alguna, por formar los nuevos educadores que traerán consigo el sueño de una educación autentica. ESE ERES TÚ.
Prof. José Daniel Materán R.